Después de mucho tiempo sin actualizar este querido blog, me he propuesto hacerlo en este año 2021 que con ilusión vamos a comenzar. El empuje que necesitaba ha venido desde el cariño y mimo con que José Ignacio Pérez Sánchez y María Andrade de EL INDEPENDIENTE DE GRANADA redactaron el reportaje que ahora aquí comparto. Gracias de parte de toda la familia por traer de nuevo a la memoria la figura de nuestro abuelo José Sánchez Castillo y de nuestra madre Carmen Sánchez Carreño que fue al fin y al cabo quien, con sus relato, lo hizo posible. La memoria es el corazón del hombre. En memoria de José Sánchez Castillo, y su hija Carmen, la lucha de una familia por reparar el nombre de un buen hombre, asesinado por el franquismo | El Independiente de Granada

Poemas a quemarropa "La ejecución"



Hace unos días ha sido publicado por la editorial Point de lunettes “Poemas a quemarropa”, un libro de nuestro amigo Juan Carlos Friebe. En él aparece un poema titulado La ejecución, que está dedicado a mí, en memoria de nuestro abuelo. Desde estas líneas quiero dar las gracias a Juan Carlos en nombre de mi familia y en el mío propio.


LA EJECUCIÓN

A Manuel M. Mateo, en memoria de su abuelo.






Fue un hachazo de espanto, fue un zarpazo de odio, fue un
bocado de acero.

Luego un gajo en la carne, luego un chorro que hervía:
luego un quedo desmayo

y la honda ceguera de sus ojos sin culpa y una oscura bandada
de palomas carmines salpicaron su frente

hasta que aire sin aire en su mudo chillido, hasta que un
grito ahogado en un mudo estertor.

Fue un por qué como un garfio, fue un por qué puñalada,
fue un por qué sin piedad.

Fue un por qué sin respuesta. Fue un por qué sin porqué.

Luego un llanto acallado que escarchó en su mejilla: que ya
amapola ajada, qué triste trapo roto,

que ya jirón.



Juan Carlos Friebe

Hoy tuvo flores

Hoy 26 de Agosto de 2011 coloqué este ramo de flores en las tapias del cementerio de Granada, donde nuestro abuelo JOSÉ SÁNCHEZ CASTILLO fue asesinado la madrugada del 25 de Agosto de 1936. Estuvo 75 años sin flores... hoy las tuvo.

75 años sin el abuelo

Hoy hace 75 años que el abuelo no está con nosotros.
Lo asesinaron en las tapias del cementerio de Granada la madrugada del 25 de agosto de 1936. Sus asesinos dejaron a mi abuela viuda, y a mi madre y a sus hermanos huérfanos. A José Sánchez Castillo le privaron de ver crecer a sus hijos, de cuidar de su esposa, de disfrutar de la amistad y el cariño de su familia y amigos. No contentos con ello, quisieron humillarlo aún más arrojando su cadáver a una fosa común junto a miles de víctimas como él.
Allí o en cualquier lugar cerca de allí reposan sus restos, no sabemos dónde. Pero lo que no pudieron ni podrán robar nunca, ni a él ni a nosotros, será su memoria, su recuerdo, su presencia, su paso por la vida.
Hoy quiero rendirle homenaje a José Sánchez Castillo, mi abuelo, colgando este vídeo en el que leo dos poemas en memoria de él y tantos que como él murieron sólo por defender el mundo en el que vivían, por más que algunos y algunas intenten reescribir, falsear u ocultar lo que en verdad sucedió: nuestra historia.




Una niña infeliz y octogenaria
Yo hasta los nueve años fui la niña más feliz del mundo…
Carmen Sánchez Carreño



I
Cuando sonó el disparo Carmen estaba en lo más alto,
saltando a la comba,
y 74 años después no ha descendido todavía.
Desde allí, desde lo alto, con una pierna adelantada
y otra recta, Carmen llegó a la adolescencia,
se casó, tuvo hijos, enviudó, tuvo nietos,
y ahora parece una rareza familiar
ver a la abuela así, suspendida en el aire.
Desde lo más alto de la comba
la niña Carmen vio cómo los guardias civiles
se llevaban a su padre, que iba fumando
un cigarrillo, tan tranquilo.
Desde lo más alto de la comba
la madre Carmen vio crecer a sus hijos,
vio nacer a sus nietos.
Desde lo más alto de la comba
la abuela Carmen sigue oyendo el disparo
pero ya no se asusta, y no deja de saltar,
y no le dice nada a sus hijos y nietos,
porque teme que ellos dejen
de darle a la comba, y caer, desde esa altura,
con todo el peso de sus nueve años,
sobre las heridas de su padre.


II
Mateo va a cumplir dentro de poco
la edad con que mataron a su abuelo.
Mateo tiene sal en el pañuelo.
Mateo es él también y ellos tampoco.
Mateo va a cumplir cuarenta y siete
y siente los disparos (o el disparo).
Mateo ante una estatua se ve raro.
Mateo a no escarbar se compromete.
Mateo le hace fotos al olvido.
Mateo colecciona partituras.
Mateo toca píldoras de oído.
De tanto envejecer, a estas alturas,
Mateo no es Mateo. Siempre ha sido
el padre de su madre en horas duras.


III
Mateo realmente es el que agita
la comba en la que Carmen salta y salta.
Y mientras ella está en la parte alta
Mateo es quien atiende a la visita.
La niña-madre-abuela necesita
que no pare la comba, le hace falta.
Desde arriba la sangre no le asfalta
el rumbo hacia su estatus de viejita.
Ahora que el tiempo mancha, tinta, unta,
Carmen (risa traviesa a ras de cielo)
canta y juega y responde y no pregunta.
Mientras toda Granada sigue en duelo
Mateo da a la comba en una punta
y en la otra, José Sánchez, el abuelo.


VI
Con todo el peso de sus nueve años
Carmen Sánchez Carreño ha permitido
que Mateo rescate del olvido
desazones de todos los tamaños.
Se sientan madre e hijo como extraños.
Mínima grabadora. Cero ruido.
Ella, toda memoria; él, todo oído,
y escarban en los bienes y en los daños.
El llanto le humedece el crucifijo.
No fue un simple disparo, fue una bomba.
Graban madre y abuela, nieto e hijo.
Fotos en blanco y negro. Llanto en tromba.
Tenía nueve años, ya lo dijo,
y aún sigue en lo más alto de la comba.


Con todo mi cariño: Alexis Díaz-Pimienta
1 de mayo de 2009




HISTORIA DE ESPAÑA (NUDO)

Un nudo. Esto, explica la anciana,
fue lo último que hizo mi padre
con sus propias manos
. Un nudo.

Piénsalo.

Es lo último que hace ese hombre
con sus propias manos.

No estrecha entre sus brazos
a su madre, a su hermano o a un amigo.
No acuna en ellos a su hija recién nacida.
Tampoco le acaricia las nalgas a su mujer,
ni le acaricia los pezones, los pechos,
las mejillas, el pelo tan siquiera...No,

con ellas, con sus propias manos,
lo último que le permiten hacer a ese hombre
antes de fusilarle
y arrojarlo a una fosa común es

Un nudo, repite la anciana
para las cámaras de televisión
de un canal
de historia. Historia
de España: de un tajo,

el entierramuertos cortó el cordel
que el padre de la anciana
se había atado alrededor del tobillo
para responder así a la pregunta
que horas antes, le había hecho su mujer:

¿y cómo vamos a distinguir tu cuerpo
entre todo ese montón de cadáveres?


Mientras aparecen los títulos de crédito,
la anciana le da un beso al cordel,
y luego devuelve a su caja de pino
este nudo
que todavía nadie, repito, nadie, se ha molestado
en deshacer.

David González, del libro Anda, hombre, levántate de ti.

Los latidos de un reloj

Este reloj pertenecía a nuestro abuelo. Cuando fue asesinado y la familia tuvo que irse de Pinos Puente, quedó en manos de mi tía Lola y después de mi primo Antonio. Hace unos meses que Antonio decidió que fuera yo el depositario de este objeto tan querido. Hacía mucho tiempo que el reloj no andaba y lo llevé a que Eduardo, un amigo relojero, lo revisara y pusiera en marcha. Hace un par de días lo recogí, lo colgué, le di cuerda, empuje suavemente su péndulo, y el reloj comenzó a andar. Fue muy emocionante, fue como si el corazón de mi abuelo volviese a latir. Fue mágico escuchar sus campanadas y pensar que nuestra hija Abril escucha ahora el mismo sonido que escuchaba su bisabuelo José... 75 años después. Su memoria...
la nuestra, está también latiendo en este reloj.

Todos los nombres, toda su memoria.

Coincidiendo con las Jornadas de Memoria Histórica en Granada organizadas por la Asociación Democracia y Derecho y la Asociación Jueces por la Democracia, en colaboración con `Todos (…) los nombres´, iniciativa del insustituible Cecilio Gordillo, ha estado en Granada la exposición TODOS LOS NOMBRES. No había tenido ocasión de verla pero la conocía bien porque mi amigo Jacinto Gutiérrez se encargó del diseño de los paneles de la misma. Gracias a él, el rostro de nuestro abuelo José Sánchez Castillo aparece en el panel de presentación de la misma. Fue un momento de gran emoción encontrarme por sorpresa frente a la imagen del abuelo y de otros hombres y mujeres que si no fuera por iniciativas como la de http://www.todoslosnombres.org/, permanecerían solo en la memoria de sus familiares. Yo traté con alguna institución para que esta exposición estuviera algún tiempo en Granada pero no lo conseguí, solo ha estado dos días, pero creo firmemente que debería ser de obligado conocimiento de nuestros escolares y universitarios en estos momentos de "desmemoria histórica" y de "revisionismo histórico".
Gracias pues en mi nombre y en el de nuestra familia a Guti y a Cecilio Gordillo por esta iniciativa llena de Justicia, Reparación, Amor... y Memoria.













Memoria, la llama encendida I



Con este título voy a nombrar este tipo de entradas al Blog del abuelo: textos que por su belleza, denuncia o interés, merezcan la pena ser rescatados y colgados aquí. En este caso dos artículos de opinión de GRANADA HOY, un diario que se está destacando por el seguimiento de todo lo relativo a la
Memoria Histórica.

El dolor verdadero
GRANADA HOY, Sábado, 5 de Febrero de 2011

Lo que ocurrió ayer en el cementerio de Granada tras la inauguración de la escultura La Piedad de Eduardo Carretero merece formar parte de la historia local de la abyección. El Ayuntamiento pretendía promover la reconciliación con el nuevo encargo escultórico pero lo que hizo fue remover aún más la controversia sobre uno de los sucesos más inhumanos ocurrido en Granada en el siglo pasado. El concejal de Patrimonio José María Guadalupe, en su afán de justificar la negativa de su partido a colgar la placa en recuerdo los 3.000 fusilados, puso en juego un argumento perverso: no se puede poner la placa porque las tapias del cementerio no son las originales. Es decir, faltan las pruebas para adherir los epitafios. Y por si faltara poco, el gerente de la empresa municipal del cementerio, José Antonio Muñoz, apuntilló: los impactos visibles en los muros del siglo XIX no son de balas. Sólo le falto añadir el corolario: si las tapias son posteriores y las marcas de los proyectiles falsas, no hay indicios originales de los fusilamientos. No lo dijo así, por supuesto. Digamos que la comitiva municipal se contentó de momento con deslegitimar las pruebas. Y si no hay pruebas ¿qué museo se puede construir, qué justicia reclamar? Lo dejaron en el aire.
Lo que las asociaciones de Memoria Histórica y los familiares de los fusilados pretenden salvar del olvido al colocar una placa no son las tapias ni los impactos. No los mueve un ansia de coleccionismo barato ni el anhelo de probar la autenticidad de los ladrillos horadados. Es algo mucho más profundo y doloroso. Es la muerte, la matanza continuada y masiva de personas que ocurrió allí o cien metros más abajo. En este paño concreto de la pared o en otro desaparecido. Da igual. Lo que la placa quiere evocar es un tramo dolorosísimo de la historia que no puede ser cuestionado en función de la edad de las briquetas o del adobe.
El exterminio físico es, además de un crimen de lesa humanidad, una condena a la relegación absoluta. Los que matan y exterminan por odio a quienes consideran sus enemigos lo que pretenden, más allá de la aniquilación física, es suprimir del todo su memoria. Unas veces lo consiguen y otras no. En 1936 las escuadras negras franquistas trataron de borrar de la historia a varias generaciones de granadinos mediante ejecuciones sumarias, pero no lo lograron del todo. Arrumbaron los cadáveres y enterraron de mala manera sus huesos pero no pudieron cancelar su herencia cívica ni acabar, como escribió Garcilaso, con el "dolorido sentir". Una de las tareas más nobles de las generaciones consiste en preservar del olvido a sus mayores, sobre todo cuando fueron víctimas de una masacre que pretendía, además de acabar con sus vidas, arrancarlos de la historia.


Alejandro V. García






La 'Piedad' de los impíos
GRANADA HOY, 7 de Febrero de 2011


En la mañana del 20 de julio de 2010, el diario Ideal de Granada informaba de que Lorca, según Luís Rosales, "fue partidario de una dictadura militar". Por la tarde, ante las tapias del cementerio de San José, donde fueron fusilados miles de granadinos, una mujer leyó la carta que uno de los asesinados escribió a su familia poco antes de morir.
En ella, un ferviente cristiano, rogaba a su gente que perdonasen a los que lo iban a matar y que vivieran sin odio, que apagaran los deseos de venganza. Expresaba también su esperanza de reunirse con ellos en el Cielo. Ambos podrían haber sido abatidos por fuego amigo. ¿Los mataron sus propios correligionarios? ¿Qué guerra fue aquella? ¿Es que había ganas de matar? ¿Es que cada cierto tiempo no hay más remedio que matar por matar? ¿Cualquier excusa sirve para matar? ¿Cómo han asimilado este horror los ejecutores directos, los que no sacaron beneficio mayor de las muertes que produjeron, los que se mancharon las manos con la sangre de los cadáveres? ¿Cómo han podido vivir durante estos años? Porque el olvido barrió, en primer lugar, los perfiles de los motivos que les llevaron a apretar el gatillo y cada vez les fueron pareciendo más insignificantes.
A los que ocuparon los sitios que arrebataron a los asesinados, en los ayuntamientos, en la Universidad, en las escuelas, en el tajo, en la consideración y el aprecio de sus vecinos, la dulce regalía les anestesió el remordimiento, pero, ¿y los que mataron por nada?, ¿y los que no obtuvieron nada por matar?, ¿y los que siguieron en su miseria, sin el más mínimo reconocimiento, apechugando con el crimen del que, en la mayoría de los casos, sólo fueron meros instrumentos?, ¿esos que se encontraban diariamente con las madres, los hermanos de los asesinados por la calle, esos que olvidaron todo menos las caras de incomprensión y horror de los que recibían sus balas?
Esos son los que han impregnado a la ciudad de un cierto tono de desesperanza impenetrable. No hay tópico más deleznable que el de la malafollá granadina, como algo que los naturales de la ciudad llevaran en sus genes. Esa tristeza suspicaz y altanera, ese resentimiento del que se sabe mal pagado, la sospecha y la reserva que algunos granadinos practican con todo y con todos, no tiene nada que ver con los genes, es uno de los efectos indeseables de aquel fuego amigo/enemigo que acabó con lo mejor de la ciudad para que emergiesen las medianías que ni siquiera eran fascistas, simplemente eran unos criminales aprovechados. Por eso cuesta tanto quitar una estatua de José Antonio de una plaza de Granada o mantener las humildes placas conmemorativas del horror en las tapias del cementerio.
Por eso es tan fácil erigir una 'Piedad' dentro del cementerio y obligar, impíamente, a que el recuerdo de los fusilados se desvanezca ,como un signo más de su Derrota, dónde y cómo quieren los que todavía se consideran hijos de la Victoria.

Pablo Alcázar

Perdón e inscripción

Hace unos días lei este texto, me gustó y creo que es un deber compartirlo aquí. También era el momento perfecto para colgar esta fotografía de nuestra madre, mostrando orgullosa en sus manos la declaración de reparación y reconocimiento a su padre, nuestro abuelo José Sánchez Castillo

PERDÓN E INSCRIPCIÓN

Por Celia Amorós
En el suplemento Babelia de EL PAÍS del 15 de Enero de 2011


En España la Ley de la Memoria Histórica no ha llegado a suscitar un debate de ideas profundo y riguroso. Sin embargo, su enjundia y sus implicaciones requieren una seria reflexión interdisciplinar. Una reconstrucción histórica de la retícula de conceptos implicados en este género de memoria: perdón, olvido, rencor, venganza, compensación, justicia, clemencia… Freud instituyó una distinción entre los conceptos de duelo y melancolía que puede ser pertinente en este contexto. Para el fundador del psicoanálisis, el duelo hacía referencia a una aflicción del sujeto por la pérdida de un objeto amado en el cual este sujeto era consciente de la dimensión de su pérdida y entraba en un proceso de elaboración psíquica de la misma orientado a cerrar la herida que le habría producido.
En la melancolía, por el contrario, el individuo se instala en un estado de ánimo en el que no puede salir de su desolación porque le faltan los contornos precisos del referente de su pena. El autor de Duelo y melancolía relacionaba el estado de ánimo melancólico con un “registro de objetos perdidos” que no se recuperarán jamás porque, en rigor, se diluye para el sujeto la precisa entidad y significación de los mismos. No puede identificarlos y, en consecuencia, se debate en un proceso que Hegel llamaría de “mala infinitud”… Pues bien, es importante para quienes han sufrido desgarradoras pérdidas, si es que han de entrar en un proceso de duelo y no verse sumidos para siempre en la melancolía, que el objeto perdido se inscriba simbólicamente en orden a contrastarlo emocionalmente. La posibilidad del perdón se encuentra de algún modo íntimamente unida a esta inscripción que posibilita el duelo. Si la devastadora melancolía no ha de tener la última palabra, hay que relacionar al muerto con su sepultura que, como lo afirma Hegel, lo rescata de las garras devastadoras de la mera naturaleza y lo promociona al nivel de la conciencia y de la cultura. El enterramiento de los muertos se considera significativamente un índice en el proceso de hominización. Para consolarse en lo posible de la muerte del difunto hay que saber al menos dónde está o dejó de estar lo que debería estar: recorrer los contornos de su hueco. Sólo así puede reconducirse la mala infinitud a la finitud y la melancolía transmutarse en un proceso de duelo.
Gilles Deleuze afirmaba que en las sociedades etnológicas acéfalas la deuda debe ser grabada en los cuerpos para volver a los hombres capaces de alianza. Así, pues, para conmutar ofensas hay que constatar y contrastar inscripciones. Es como si nos encontráramos con leyes psíquicas y culturales objetivas que los decretos humanos, aunque invoquen razones políticas pertinentes en determinado momento histórico, no pueden conculcar a su arbitrio. El punto final –Alfonsín en Argentina debió aprenderlo amargamente– no se puede poner donde uno quiera. Sólo lo posibilita o lo impone la estructura del texto.

Amelia Valcárcel. La memoria y el perdón. Herder – Barcelona 2010. 142 páginas

El abuelo era inocente


Nadie se lo tenía que decir a mi madre, ella siempre lo supo, la abuela murió sabiendo que su marido, nuestro abuelo, era inocente. La familia también lo sabía, sus amigos, sus compañeros de trabajo, los vecinos de Pinos Puente. También lo sabían quienes firmaron la orden de ejecución, también quienes dispararon contra José Sánchez Castillo aquel 25 de Agosto de 1936.
Pero han tenido que pasar 74 años para que su hija, nuestra madre, tenga en sus manos el único papel en el que se honra su memoria de una forma oficial. Es un papel, sólo un papel, pero en él se recuperan 74 años de olvido, y honrar su memoria es un acto de JUSTICIA con mayúsculas.
Nosotros tuvimos la suerte de conseguir la partida de defunción y de recopilar alguna información para pedir al amparo de la Ley de la Memoria Histórica el documento que mi madre tiene en sus manos.
¿Cuántos miles más de inocentes, sin familia, sin descendientes, sin nadie que les recuerde permanecen en el olvido? Recuperar su memoria y su dignidad es una necesidad, una obligación y una deuda pendiente de nuestra democracia.
La memoria es el corazón del hombre.

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MINISTERIO
DE JUSTICIA



Madrid, 17 de noviembre de 2010


Estimada Sra. Sánchez Carreño:

Quisiera, en primer lugar, manifestarle mi comprensión ante la difícil tarea de recopilar y presentar la documentación que acompaña a su solicitud de declaración de reparación y reconocimiento personal recogida en la Ley de la Memoria Histórica.

Hemos acogido con especial sensibilidad los recuerdos que conserva de ese pasado, siempre presentes en su memoria familiar y que nos ha confiado con la finalidad de poder rescatar del olvido y honrar la memoria de quién padeció injusta persecución y violencia, por razones políticas o ideológicas y defender los valores democráticos.

Como expresión del derecho individual de cada ciudadano a su memoria personal y familiar, le acompaño la presente declaración, que pretende ser la voz firme y decidida de que la memoria de quienes padecieron persecución o violencia durante la guerra civil y la dictadura permanecerá siempre viva.

Con afecto, un saludo cordial.




Purificación Morandeira Carreira
Subsecretaria

Lugar de Memoria, lugar de Respeto

Hoy 23 de Julio, los diarios IDEAL y GRANADAHOY han publicado esta Carta al Director que envié hace unos días, la carta tiene relación con el homenaje que distintas asociaciones rindieron a todos los fusilados en las tapias del cementerio de Granada, justo al amanecer del día siguiente hice estas fotografías que creo reflejan la dignidad, la serenidad y el respeto que merece este lugar y los seres humanos que en él yacen.

CARTAS AL DIRECTOR

El Ayuntamiento de nuestra ciudad se empeña y lo ha hecho dos veces, en retirar la placa que los familiares de los fusilados en las tapias del cementerio desean colocar en homenaje a sus seres queridos, y sin embargo quiere colocar, justo allí, una estatua de una Virgen. Para muchos de estos familiares la colocación de esta figura sería una afrenta y una infamia… "sería fusilarlos dos veces".
La gran mayoría, o por lo menos muchos de los hombres y mujeres que fueron asesinados allí y que están enterrados como perros en las fosas comunes del cementerio eran ateos y con unas firmes convicciones laicas del estado al que defendían. Si el Ayuntamiento no desea preservar la memoria de sus propios concejales, de su alcalde, de los catedráticos, de los miembros de la Diputación... de todos los seres humanos “desaparecidos” de la faz de la tierra aquellos días y se empeña en retirar la placa en su homenaje, por lo menos que no realice el escarnio de colocar un símbolo religioso, una “Piedad”, que en este contexto es todo… menos piadosa.
Mis padres me enseñaron a ser respetuoso con las creencias y mi abuelo, fusilado en esas mismas tapias, también lo era con las profundas convicciones religiosas de su esposa, mi abuela.
Señor Alcalde José Torres Hurtado, le voy a poner una comparación, imagínese que el día del acto de beatificación de Fray Leopoldo de Alpandeire, o al paso de la Cofradía de Santa María de la Alhambra o del Cristo del Silencio, yo monto una mesa con pancartas y publicidad a favor de la apostasía, estaría en mi derecho pues la Constitución y la Ley me permite el hacerlo… pero ¿Sería respetuoso con las personas allí congregadas? ¿Sería tolerante? ¿Ayudaría a entendernos ¿Sería piadoso?
Piense en ello y no haga sufrir más agravios a las víctimas, y si lo desea, dedique ese esfuerzo y dinero en retirar la estatua en homenaje al fascismo que sigue, contraviniendo a la Ley, impunemente levantada en la Plaza de Bibataubín.

Manuel Miguel Mateo Sánchez













El abuelo no murió, lo asesinaron

El título de esta entrada podrá parecer obvio, pero hace sólo un par de semanas que tenemos en nuestro poder el certificado de defunción de nuestro abuelo. No ha sido fácil, mi madre recordaba haber visto uno en la casa… pero hacía más de 70 años que se había perdido con muchos más papeles. Releyendo el imprescindible libro de Eduardo Molina Fajardo “Los últimos días de García Lorca” encontré numerosas referencias y documentos relativos a la muerte de Joaquín Garcia Labella, catedrático de Derecho de la Universidad de Granada y asesor jurídico del entonces legítimo Ayuntamiento de Granada.
Joaquín García Labella fue trasladado junto con Francisco Rubio Callejón, desde Viznar donde estaban “protegidos” por el capitán Nestares hasta Granada el día 24 de Agosto de 1936, y encabezan la relación de 39 fusilados el día 25 de Agosto de 1936, en esa misma lista aparece el nombre de nuestro abuelo: José Sánchez Castillo.
Pues bien, con los datos del certificado de defunción de Joaquín García Labella que Molina Fajardo publica en su libro, pedí al Registro Civil de Granada el certificado de defunción de nuestro abuelo ¡74 años después! con la advertencia de “posible inscripción”. Alguien a quién desde aquí damos las gracias en nombre de la familia, se tomó su trabajo con “corazón” y días después recibimos la copia literal, el mismo día en que honrábamos en Alfacar la memoria de más de 1.300 asesinados y asesinadas, y en el que mi madre pudo oír el nombre de su padre, nuestro abuelo: José Sánchez Castillo.
El certificado de defunción dice lo siguiente: “falleció el día 25 del pasado Agosto a consecuencia de disparos por arma de fuego según resulta de la orden recibida, y su cadáver recibió sepultura en el cementerio de esta capital”.
Su cadáver nunca apareció, su memoria Si.

Homenaje en Alfacar... todas las voces, todos los nombres.

Esta tarde hemos sido convocados en Alfacar por el Área de Cultura y Juventud de la Diputación de Granada, se trataba de llevar los actos del VII Festival Internacional de Poesía Ciudad de Granada al lugar donde están sepultados miles de hombres y mujeres asesinados vilmente. Allí además de escuchar poemas de Antonio Machado, Federico García Lorca y Miguel Hernández, hemos escuchado una dolorosa e interminable lista de nombres de mujeres y hombres que necesitaban ser oídos, que necesitaban que nosotros los escucháramos. Y allí en boca de nuestra amiga Choni ha sonado alto el nombre de nuestro abuelo: José Sánchez Castillo, hasta allí ha subido con muchos esfuerzo su hija Carmen, nuestra madre. Allí lo ha podido oír, hemos llorado juntos y nos hemos emocionado. Gracias a todas y todos los que han hecho posible este acto tan maravilloso de recuerdo y memoria.










Todos con Garzón en Granada, en Plaza Nueva.








Hoy nos hemos concentrado en Granada en apoyo al juez Garzón y en protesta por su injusto proceso por querer ¡Qué paradoja! encontrar justicia para quienes nunca la tuvieron. Ha sido en Plaza Nueva, donde vivo. Colgué la tricolor en homenaje a mi abuelo y esto es lo que vieron mis ojos: personas buscando solo Verdad, Justicia y Reparación. Así con mayúsculas.